Hay un proverbio oriental que dice:
"Cuando el arquero dispara libremente, tiene con él toda su habilidad."
Cuando dispara esperando ganar una hebilla de bronce, ya está algo nervioso.
Cuando dispara para ganar una medalla de oro, se vuelve loco pensando en el premio y pierde la mitad de su habilidad, pues ya no ve un blanco, sino dos.
Su habilidad no ha cambiado pero el premio lo divide, pues el deseo de ganar le quita la alegría y el disfrute de disparar.
Quedan apegadas allí, en su habilidad, las energías que necesitaría libres para disparar.
El deseo del triunfo y el resultado para conseguir el premio se han convertido en enemigos que le roban la visión, la armonía y el goce.
Enviado por María Querol Visconti
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