Es el momento de generar acciones que redunden en la salud de nuestra organización y de la gente que la compone. Con el fin de reducir la desmotivación y acrecentar el compromiso de nuestros empleados, hay dos aspectos fundamentales a tener en cuenta: el manejo de la comunicación interna y el refuerzo de la cultura organizacional.
Comunicación
Está claro: información sobra, pero el problema es que probablemente esté sobredimensionada; y los fantasmas que aparecen, seguramente, sean mucho peor que la realidad a enfrentar. La información que se transmite debe ser breve, clara, concreta y, sobre todo, veraz.
En los seres humanos, el lenguaje es acción. Y, como tal, modifica el mundo en el que vivimos. Desde este punto de vista, las organizaciones son fenómenos lingüísticos. Esto es, unidades constituidas a partir de conversaciones específicas basadas en la capacidad de los seres humanos para efectuar compromisos mutuos cuando se comunican entre sí.
Siguiendo estos conceptos, es la comunicación entre las partes lo que mantendrá unida y comprometida a su gente. La comunicación es bi-direccional, e incluye, por supuesto, la capacidad de escuchar las partes. Los directivos deben definir y bajar línea lo más honestamente posible a los empleados, y a la vez, deben saber escuchar lo que los empleados tienen para decir. En el sentido opuesto, los empleados deben poder comunicar sus dudas mediante una fuente formal, y aprender a escuchar eliminando las interferencias del medio.
Las pymes pueden implementar una estrategia de comunicación sin incurrir en altos costos, centrando la acción en cuatro ejes fundamentales:
1. Impulsar desde la dirección:
Es el directorio el que deberá impulsar la comunicación hacia abajo, fomentando los cambios y generando la participación de todos los niveles de la empresa en la comunicación de planes estratégicos de corto y mediano plazo, y a través de todos los canales posibles.
2. Actualizar los canales de comunicación:
Sustituir aquellas herramientas de comunicación anticuadas (papel, pizarrón, memorándum), por otras que resulten más eficaces como intranet, e-mails, video chats, etc. Lo único que debe evitarse en estos casos, es el exceso de información a través de estos medios.
3. Involucrar a todos:
Este es el objetivo per se de la comunicación: “Poner en común”. La comunicación interna tiene como fin que todos aquellos que participen en el proceso se involucren en la toma de decisiones y se identifiquen con un proyecto común, siendo ellos mismos canales de comunicación, siempre y cuando respeten los canales formales establecidos, bajando en cascada la información, para que finalmente sea de todos. E identificando que tipo de información/comunicación corresponde, en cada caso, en cuanto a forma y alcance.
4. Informar:
Mediante un sencillo plan de comunicación, debe regularse la forma de dirigirse a los empleados, y sobre todo, definir qué cauces seguir para transmitir información, cuanta información es necesaria sin incurrir en excesos, y cómo recibir quejas o sugerencias del día a día. En definitiva, se trata de regular y compartir la información dentro de los límites que establezca la propia empresa.
Cultura organizacional
Definimos cultura como la manera en que interactúan los integrantes de una empresa, y que tiene su origen en un conjunto de creencias y valores compartidos. Por lo tanto, la cultura proporciona un marco común de referencia que permite, a sus miembros, tener una concepción más o menos homogénea de la realidad, y un patrón similar de comportamientos ante situaciones específicas.
Dada esta definición, es claro el por qué la cultura nos debe ayudar a reforzar la unidad y motivación de nuestra gente. En medio de la incertidumbre, la consolidación de significados compartidos que permitan una “construcción social de la realidad”, nos ayudará a que nuestro barco se siga moviendo aún en aguas turbulentas.
Toda acción que refuerce el tipo de cultura específica de la organización, y la sensación de pertenecer a un mismo grupo, será altamente bienvenida. Esto es, reuniones antes y después del horario laboral, conferencias, charlas, almuerzos compartidos, etc. Estas son buenas prácticas, que a su vez hacen más eficiente el proceso de comunicación que intentamos reforzar. No es necesario realizar eventos costosos, sino más bien originales y a la medida de nuestra empresa.
Por último, es necesario aclarar que en las personas, la motivación engloba tanto los impulsos conscientes como los inconscientes, y por lo tanto, su manifestación es distinta en cada uno. La motivación incluye y está sustentada por los valores personales de cada individuo, que a su vez son influenciados por el ambiente externo físico y social, por su estructura fisiológica, por sus necesidades y por sus experiencias. Entonces, no podemos motivar a todas las personas por igual.
Sin embargo, sí podemos influir en los valores compartidos del grupo como tal y en la formación del trabajo en equipo. Esto, a la vez, genera un marco de referencia compartido y habremos dado un importantísimo paso para mantener al personal motivado y comprometido con la organización.-
Por Agustina Paz
Agustina Paz & Asociados
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