Hace unos diez días. Bien al oeste y un poco al sur de la Provincia de Buenos Aires.
El sol entra a pleno por las ventanas del living. El haz pega en el piso de pinotea encerada y la luz inunda el ambiente dejando invisible el fuego en la chimenea. El silencio sólo se rompe por momentos con el chirriar quejoso de algún tronco un poco verde. Es el primer mediodía de muchos que se repetirán durante todo el invierno en “Los Pampas”.
Ramona trae la botella de vino tinto y la deja sobre la mesa ratona junto con el tentempié: rebanadas finísimas de jamón crudo y tiritas de queso sardo todavía fresco. En “Los Pampas” el invierno empieza en otoño porque -quizá por cábala hereditaria- en la casa grande se prende la chimenea el día que cae la primera helada; ni antes ni después. Así es desde hace más de un siglo, cuando don Federico Cuello, pasada la campaña de Roca compró esas tierras de dudosa procedencia catastral.
Los Federicos, padre e hijo –quinta y sexta generación de los Cuello en ese campo- entran a la casa juntos, y al unísono, como en espejo, cuelgan las camperas en el perchero del hall, se cambian las botas por alpargatas clásicas de yute y se sientan en los sillones viejos de cuero verde.
-Che, la tropa que íbamos a cargar el 29 cargála el 27 para el 28 así no nos agarra el paro.
-Pero viejo, no vas a ser tan carnero de adelantar la venta, dejála para la otra semana y listo.
-De ninguna manera, yo no voy a estar gastando alimento y silo, con lo que cuestan, para vender más barato la semana que viene; no vender durante los días del paro está perfecto. Punto.
-Pero cómo vas a adelantar… eso no se hace… este es un gesto para solidarisarse con los trabajadores de los frigoríficos, que la están pasando pésimo.
-Es una pavada eso ¿o los frigoríficos se solidarizaron cuando había que malvender las vacas culpa de este gobierno? Por favor!- dijo el hombre.
El silencio volvió a adueñarse de la escena durante veinte segundos larguísimos. Federico hijo se estiró hacia la mesa ratona, agarró la botella y buscando con la mirada gritó:
Ramona!!! Podrás traer el descorchador para abrir el vino? Ah, y unas aceitunas negras también, si quedan…
-Viejo, sabés qué? hasta que no tengamos conciencia de que el país es de todos, esta gente nos va a seguir dividiendo y nos va a seguir aislando en la desesperación de cada uno por sobrevivir o por ganarle al que está antes o después en la cadena. Sabés qué? Estoy harto de la gente, entre ellos tus amigos, que se la pasan hablando de la patria y del país y al toque te cuentan que compraron vacas a dos mangos, y les preguntás a quien y es un pobre gaucho que se está fundiendo. O que vendieron los terneros a un precio que ellos nunca comprarían porque saben que el negocio no da. Gente que cuando no les conviene las cosas son irracionales, y cuando les conviene, ahí son oportunidades.. Dejate de joder, papá, festejan comprar mocasines baratos a uno que le están por cortar la pierna…
-Pero de qué me estás hablando? Estamos en un mercado que es así, lamentablemente. Vos sos muy chico, y si pensás de esa manera -ojala yo viva muchos años- te vas a fundir. La única manera de ser sustentable es comprar barato y vender caro y aprovechar la oportunidades. Sobre todo en la ganadería.
- Sí, perfecto, pero si no hay un marco mas o menos lógico para toda la cadena, porque al gobierno no le importa nada, mientras unos se funden con las vacas, otros hacen negocios con los terneros y otros con la carne, los termoprocesados… Hacen buenos negocios a costa de los que se funden.
- Oíme, no te das cuenta que lo del paro ganadero por los obreros de la carne es un tema político de las entidades para hacer un poco de ruido mediático, nada más, o vos te crees que…
- Está bien, viejo, no discutamos… aprovechemos que el novillo está a siete mangos -dijo el muchacho con cierta ironía mientras probaba el tinto- …mhhh, qué rico está este vino, muy bueno… Qué loco, no? Esta botella cuesta nada más que cinco kilos de novillo; con un novillo te comprás ochenta botellas. El año pasado, con una vaca conserva te comprabas quince.
- Federiquito, dejate de pavadas, querés… o ya estás borracho?
bichosdecampo@agroparlamento.com
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