Videoconferencias, herramientas de Google, conexiones remotas, Skype y la pantalla de la computadora siempre encendida en algún rincón de la casa, matizada por algunas comodidades, como un sillón confortable o una cocina disponible para cuando se necesite un refrigerio. Esa parece ser la idea que todo el mundo se hace del preciado “teletrabajo”, que si bien aún no se ha extendido en el país, ya es aplicado por una buena cantidad de grandes empresas.
Lo cierto es que hay muchísimas cuestiones que todavía no se conocen del mismo, desde ventajas y desventajas que deben ser analizadas por empleados y empleadores a la hora de volcarse a estas nuevas “rutinas” productivas.
El “teletrabajo” no es otra cosa que una manera de organizar y realizar el trabajo a distancia, es decir, en un lugar ajeno al establecimiento del empleador. Esta modalidad surgió gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y comunicación y fue presentado a la sociedad como un nuevo recurso para mejorar la calidad de vida.
En el país no existe aún una ley nacional que lo regule y sólo un puñado de grandes empresas lo han adoptado formalmente. No obstante, en la práctica hay muchas pequeñas y medianas que recurren al teletrabajo, aunque sin definirlo como tal. En la mayoría de los casos, de hecho, se lo confunde con el trabajo free lance o autónomo.
Si bien el trabajo a distancia se presenta “ventajoso” para el trabajador por el hecho de poder desempeñarse en la comodidad del hogar y evitarse el tiempo y dinero que demandan viajar hasta la oficina y el stress de la “hora pico”, para las empresas también implica beneficios ya que representa una disminución en los costes de infraestructura que exige sostener las oficinas.
No obstante, pese a parecer una situación ideal en la que “todos ganan”, la modalidad no se ha extendido demasiado. En principio, porque demanda recursos tecnológicos -como conexiones a Internet de alta velocidad- que no están disponibles en muchas regiones y que no pueden ser solventados por muchas empresas.
Y por otro lado, porque la falta de una ley nacional que lo regule disuade a las compañías y gremios a inclinarse hacia esta forma de organizar el trabajo.
Andrea Suárez Maestre, asesora del ministro de Trabajo de la provincia de Buenos Aires, Oscar Antonio Cuartango, en el área de teletrabajo señaló a Info Región que “al no haber legislación, (las empresas) no saben si están infringiendo algo o si en el futuro esto puede ocasionarles algún juicio o planteo gremial”.
En este marco, “muchas empresas no adoptan esta modalidad o no dicen que la tienen”, explicó la asesora e indicó que el teletrabajo se “está aplicando en forma de acuerdo personal entre empleador y trabajador”.
En ese mismo punto coincidió Sonia Boiarov, presidenta de la Academia Internacional de Teletrabajo (ITA) y titular de Torres de Teletrabajo, una página web que ofrece oficinas virtuales para teletrabajadores.
“Creo que la expansión más importante del teletrabajo llegará después de una ley, porque las empresas ahora no confían. Hoy hay compañías que están esperando que salga una ley porque no quieren arriesgarse. La verdadera expansión vendrá después de la ley”, pronosticó.
Las empresas más chicas también utilizan alguna modalidad de trabajo a distancia, “pero no se sabe que esto es teletrabajo y el propio teletrabajador no sabe que lo es”, resaltó Maestre.
“Cuando una persona trabaja en su casa realizando tareas para varias compañías se trata de una modalidad free lance, pero cuando se trabaja a distancia para una única empresa, desde el punto de vista legal se puede demostrar que hay relación de dependencia”, diferenció la funcionaria. Un claro ejemplo serían “los profesionales que brindan algún tipo de servicio a distancia”, ilustró.
El teletrabajador y el hogar. Si bien en un primer momento se reconoce al trabajo en casa con un mayor grado de libertad, ya que se pueden manejar los horarios, se evita el viaje y se tiene mayor flexibilidad para hacer otro tipo de actividades, no siempre se contemplan los efectos que pueden llegar a tener sobre la vida privada.
“Desde 2010 que hago teletrabajo para una importante empresa de telecomunicaciones. El sistema en mi caso tiene muchas ventajas, ya que me permite ir a buscar y cuidar de mis chicos, sin tener que pagarle a una niñera, o levantarme sin el tiempo que me demandaría trasladarme a Capital Federal”, cuenta a este medio Celeste Rodríguez (34). Y también menciona su contracara: “Suelo exceder las ocho horas de la jornada laboral y estar todo el día conectada, todo el día a disposición de la empresa”.
Es que, una de las contrapartidas es la de emplear parte del tiempo libre en el hogar para hacer actividades del trabajo, de ahí que las empresas también se beneficien con el sistema, debido a que genera mayor fidelidad en los trabajadores, que en vez de invertir el tiempo en trasladarse se vuelcan directamente a las tareas.
“Esto ocurre y hay que aceptarlo, ya que nosotros le hemos dado ese lugar a la tecnología dentro de nuestra vida”, manifestó Maestre.
Así, la desventaja es que se genere una “sobreexigencia” del trabajador y que éste destine “horas de su vida privada, que habitualmente no se quedaría en la oficina, a la actividad que hace”, detalló la asesora, tras advertir que de esta forma se puede “generar un mayor nivel de estrés”.
En ese sentido, la legislación que aún es una deuda también debería incluir el rol de las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo (ART), ya que todo trabajador debe estar cubierto, aunque trabaje desde su propio hogar.
“Algunas (ART) han tenido que incorporar, dentro de los servicios que prestan, la modalidad de teletrabajo”, reveló Maestre. Según apuntó, ya se han hecho manuales y algunas supervisan al trabajador en su propio hogar. “El trabajador tiene que dejar entrar a inspectores de las ART que supervisan que las condiciones en que se trabaja sean las adecuadas”, describió. “Se revisa el tipo de computadora, el sillón, se dan capacitaciones e incluso matafuegos por el riesgo eléctrico”¸ detalló.
La contracara para los gremios. Si bien el teletrabajo no es una actividad en sí, sino una manera de llevarla a cabo, Maestre expuso que “todos los sindicatos que hoy tengan involucrados a trabajadores que tengan la opción de teletrabajar, deberían poder llevar información de los derechos que les corresponden”.
Lo cierto es que, además de la relación entre empleador y empleado, el teletrabajo también afecta la conexión entre los trabajadores. Cuando no existe un espacio común de trabajo, tampoco se desarrollan vínculos entre ellos. Esta pérdida resulta ser “una dificultad para la actividad gremial”, aseguró la asesora.
“Si no se conoce lo que le sucede a su colectivo de trabajo, posiblemente el trabajador considere que no es igual al resto de sus compañeros y que sus necesidades como trabajador son distintas”, explicó Maestre.
Así, una de las complicaciones de esta modalidad es la negociación de las condiciones laborales. “Es peligroso porque en el largo plazo el trabajador se puede ver perjudicado con decisiones unilaterales”, advirtió y apuntó que “la única forma de que (el trabajador) no pierda su piso de derechos, es que esos derechos sean colectivos”.
Boiarov, en cambio, fue más optimista y, tras cuestionar “¿cómo será el sindicato cuando tenga a la mitad de los trabajadores dispersos?”, respondió: “El teletrabajo no va a impedir las luchas gremiales. De hecho, hay miles que son llevadas a cabo gracias a las tecnologías. Existe el mito de que en el teletrabajo hay aislamiento, pero no es así. Ahora tendrá una cuota más alta de comunicación 2.0, pero no se pierde el contacto ni la comunicación”, aseguró.
Nicolás Castañares
* Nota correspondiente a la publicación del día 16 de Febrero de 2013
Fuente: http://www.inforegion.com.ar
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