El otoño de 1978 fue muy frío para un joven de 15 años en Carolina del Norte. Las pruebas para formar parte del primer equipo del Instituto Laney lo dejaron helado. El técnico, Clifton 'Pop' Herring, no lo tuvo en cuenta para integrar el equipo de baloncesto.
En palabras del joven: “El día de la lista de bajas, un amigo Leroy Smith, y yo nos dirigimos al gimnasio para mirar juntos. Si tu nombre estaba en la lista, eras del equipo. El nombre de Leroy estaba, el mío no. Pasé el día entero como entumecido. Después de clases, corrí a casa, cerré la puerta de mi habitación y lloré con fuerzas.”
Al final de la temporada regular, el joven reunió todo su valor para preguntarle al entrenador si no podía ir en el autobús con el equipo hasta el torneo del distrito. El entrenador estuvo de acuerdo… pero solamente si llevaba los uniformes de los jugadores. El joven aceptó y formó parte de la comitiva.
Estando en el equipo junior, inferior al regular, trabajó con denuedo todos y cada uno de sus movimientos. Mejorar el tiro en suspensión y la intensidad defensiva se tornaron en su mayor obsesión. En el equipo junior del Instituto Laney se elevó sobre el resto y se erigió en el referente ofensivo absoluto.
El próximo año se integró al equipo universitario de la Universidad de Carolina del Norte.
En su primer año como estudiante, su equipo ganó el campeonato de la NCAA (Asociación Nacional Atlética Colegial) y él se puso en marcha… disputó en toda su carrera 1.072 partidos de liga regular en la NBA y anotó 32.292 puntos, más de 30 en cada actuación.
¿Qué hubiera sucedido con aquel jovencísimo Michael Jordan, el mítico '23' de los Chicago Bulls, si hubiese estado enrolado en el conjunto abanderado de la escuela?
Imposible de saber, pero gracias a esa situación nacería su afán de superación que lo llevó a ser considerado por la mayoría de aficionados y especialistas como el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos… Aunque quizás en la respuesta que dio para la revista “Nike Culture : The Sign of the Swoosh” en 1998 haya alguna pista:
"He fallado más de 9000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces han confiado en mí para tomar el tiro que ganaba el juego y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y eso es por lo que tengo éxito."
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Un hombre no está acabado cuando lo derrotan. Está acabado cuando se rinde.
Enviado por Laura Leonor.
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